viernes, 20 de julio de 2012

Rab Dessler dice... Mabat haEmet - Ver la verdad - La raíz del Musar (~ética) - 4ta parte (Rev 1)

Para entender bien de qué se habla en esta parte, es necesario leer la primera parte de este mismo maamar.
Reflexionemos sobre un pequeño punto en el cual, en principio, el deseo no tendría motivo para intervenir: si una persona piensa sobre una pregunta determinada {buscando una respuesta; hablamos de una pregunta sobre un tema} que no lo compromete en absoluto, sino que, solamente él debe emitir una opinión; por ejemplo, un tema científico [1].
{supongamos que} Esta persona comienza a pensar en el tema, aún antes de recibir los datos {resultados de experimentos, mediciones o lo que fuera}, que serán la base de sus conclusiones. Y dentro de su pensamiento y reflexión sobre la cuestión, le empieza a parecer que una {determinada} de las opciones que se esperan, puede ser la correcta.
Él aún no decidió nada... y sabe que su presunción al respecto, está totalmente condicionada a los datos que reciba, de modo que, si éstos contradicen su primer hipótesis, ésta queda descartada de plano.
Por supuesto que él no habló de estas primeras (y débiles) conjeturas a nadie {lo cual, si luego debiera rendirse ante las evidencias, y confesar su error, sería algo comprometedor para su prestigio}, y está totalmente dispuesto a descartarlas de inmediato, si se comprueba su inexactitud.
Ahora le llegan los datos y él vacía su mente, para comenzar a profundizar sobre el tema, desde cero, y con la seriedad que se requiere.
¿Hay alguna opción de que esta persona ya tenga un interés especial en la cosa [2] y eso le haga desear rechazar las pruebas que contradigan su presunción inicial?
Ciertamente, volvamos a reflexionar sobre las leyes de los jueces [3]. Dice la Torá (Deuteronomio 1:16) "Oíd (los pleitos) entre vuestros hermanos y juzgad con justicia...". Explicaron nuestros sabios de bendita memoria (Volumen del Talmud Sanhedrin 7b): "{ese versículo} Es una advertencia al tribunal, de que no escuche a uno de los litigantes, antes de que llegue el otro (litigante), y es una advertencia al litigante {mismo} de que no presente sus argumentos al juez, antes de que llegue el otro litigante"
Explica el Maharal [4] en su libro "Netivot Olam" (algo así como "Los Senderos del Mundo") que ésto {que dice la Torá y que explica el Talmud} es así, "aún cuando el litigante relate al juez hechos verdaderos, sin mentir, por cuanto que en el momento que "implanta" sus argumentos al juez, ya ingresan en su pensamiento {el del juez} para su favor y {ahora, el juez} busca su triunfo en el juicio [5]. E inclusive que, luego, el otro litigante conteste esos argumentos, por cuanto que esos argumentos ya entraron en los oídos del juez, no se aparta su pensamiento de ellos.."
Y ¿por qué {ésto es así}? Por cuanto que desde el principio {el juez} pensó que la justicia estaba del lado del primero {litigante}, inclusive que, en ese momento, era sólo temporario {este pensamiento}, con todas las reservas del caso [5] {ya que sabía que luego vendría el segundo litigante a dar otra versión}, de todos modos, por cuanto que ya pensó de ese modo, un instante, desde ese momento el juez se hizo "interesado" [2]. {y ésto ¿por qué es así? Porque le es desagradable a la persona, cuando necesita cambiar su primer presunción {idea o concepto sobre alguna cosa}, inclusive una presunción tan frágil como ésta {la que describimos del análisis científico o de la escucha del primer litigante}, tanto como para distorsionar {desequilibrar} la balanza de la justicia como por el grosor de un pelo... y más ya no se necesita...
Haciendo un resumen de conceptos, en la primera parte del maamar, Rab Dessler nos advierte que el intelecto no es objetivo cuando sopesa cuestiones éticas, toda vez que los intereses de su corazón, distorsionarán la información, en el camino al intelecto (creo que, básicamente, cubriendo la información de valoraciones, como una cáscara), de manera que el juicio ya comience inclinado hacia uno de los lados.

[Un comentario al margen: Pienso (tal vez lo escuché) que el pecado de los meraglim, los espías que envía Moisés a Israel antes de ingresar en la tierra prometida (narrado en la parashá Shlaj del libro Bamidbar) es, justamente, ésto... el juicio, la valoración que ellos hicieron de la información que traían (porque una cosa es decir "el enemigo se ve poderoso" y otra, muy distinta es "no podremos contra ellos"... eso es una conclusión valorativa de la información que no tendrían que haber hecho)]

En la segunda parte del maamar, Rab Dessler resalta el concepto anterior, nos define el concepto de soborno y describe cómo el deseo arruina la capacidad del intelecto de juzgar, de forma que no nos viene a la mente, ningún argumento que contraríe nuestra inclinación (también nos advierte cuan terrible es cuando este pensamiento distorsionado se propaga en una época o cultura e, incluso, trasciende hacia las generaciones siguientes)

En la tercera parte del maamar, Rab Dessler dice que no hay medida para el soborno del deseo (a diferencia de otros pecados que tienen una medida mínima para que se llame que se pasó por él); vale decir que, lo más mínimo, ya distorsiona el pensamiento y provoca ésto que se describió como una incapacidad (como una ceguera física) que inhabilta a ver la verdad. También nos dijo que, en nuestra generación, tan deteriorada en su sensibilidad hacia la ética, ni siquiera nos damos cuenta cuando este proceso está sucediendo.

En esta cuarta parte del maamar, Rab Dessler agrega un punto más a lo dicho hasta ahora: que existe una especie de inercia de pensamiento que, de por sí, constituye un interés del corazón.

Es decir, hasta ahora, hablamos de todo tipo de intereses que puede involucrar a una persona y torcer su instrumento de valoración, su intelecto, a la hora de juzgar distintas cuestiones.

Acá se agrega un interés muy lejano, que bien podríamos no haber sospechado que exista tal cosa... la inercia de pensamiento [6]. Vale decir, aún en un tema en que no haya un deseo particular, el sólo hecho de que ya se haya comenzado a pensar de un modo determinado, establece una resistencia a cambiar de punto de vista.

Hay numerosos ejemplos de ésto:
  • Los diseñadores padecen ésto porque, si no saben hurgar en la mente del cliente, qué es lo que éste se imaginó, a priori (aún sin saber nada del tema), pueden pasar mucho tiempo intentando hacer algo que le guste al cliente, el cual lo rechazará porque no condice con su idea inicial (inclusive que ni es muy consciente de la misma... tal vez algo que vio en algún lado)
  • Cuando uno quiere vender un nuevo concepto de algún producto, indefectiblmente los clientes (potenciales) lo compararán con lo que conocen y pueden llegar a rechazarlo, porque no coincide con la figura que ellos ya tienen en su mente sobre lo que es tal o cual cosa.
  • Por increíble que pueda parecer, también en el ambiente artístico pasa.. es muy común que un nuevo talento presente su trabajo a un productor y éste le diga "¿podrías cantar como tal y tal?". Es decir, prefiere una imitación de algo que conoce, porque no le entra en la mente un nuevo estilo.. justamente en un lugar en que la competencia radica en tener el nuevo valor !!
Debemos saber que este fenómeno opera en nuestra mente y, también, constituye un interés, de los que distorsionan el criterio del intelecto.

Cada vez que escuchamos un tema nuevo, debemos saber que esta inercia está actuando dentro nuestro.

Cuando una persona religiosa se enfrenta a un público no religioso y expone sus temas, inevitablemente, las mentes de las personas rechazan sus conceptos con todo tipo de argumentos en contra.. y todo ¿por qué?.. sólo para no cambiar lo que creían de antemano (dramático y patético..)

Por último, ésto tiene una consecuencia más: existe en Argentina, una frase muy común que es: "más vale malo conocido que bueno por conocer"... y se utiliza, toda vez que se está ante una opción de cambio de algo que uno tiene (o usa o un empleado o... lo que sea), que tiene defectos (de hecho, uno no está contento con eso), pero... los defectos uno ya los conoce... sabe más o menos qué esperar y qué no...

Creo que también esa frase (que, por ser un lugar común demuestra que es un concepto instalado en la cultura Argentina) es, también, dramática y patética, toda vez que sugiere aferrarse a lo malo (a sabiendas que es malo) y permanecer en el descontento que eso acarrea, sólo por la resistencia a cambiar y la sospecha (provocada por la misma resistencia al cambio), de que el nuevo puede ser peor...

Desde Giv'at Ze'ev - Israel - Jul-2012

NOTAS:
[1] "Tal vez" el Rab utilice un ejemplo científico, porque, en nuestra cultura, la ciencia tiene la fama (en términos de marketing se diría que se ha "posicionado") como absolutamente objetiva, pero... los científicos... distan de ser ejemplos de búsqueda de la verdad. Tan profundamente contradictorio como puede parecerle al que no pertenece a esa elite, abundan los casos de informes de descubrimientos, en afamadas revistas científicas que, luego de publicados, se comprueba que son conclusiones a partir de resultados falsos de experimentos, observaciones, fotografías (de fósiles, por ejemplo) y cuanta prueba se haya presentado.
[2] En el original dice "noguea badavar" que sería algo como "tocado por la cosa". Vale decir que tiene un interés. Por ejemplo, en español existe la expresión de ser "juez y parte", cuando el juez tiene interés en el tema que está juzgando (por ej. una actuación fraudulenta de una empresa en la cual él es socio)
[3] Siempre nos referimos a la ley de la Torá
[4] Iehuda Loew ben Betzalel, conocido como el Maharal de Praga
[5] Así entiendo la expresión
[6] Para quien no esté familiarizado con el concepto de inercia, se trata de una característica física que tienen los cuerpos, de resistirse a modificar su estado actual, ya sea de reposo o movimiento. Así por ejemplo, hay que hacer más fuerza para comenzar a mover un objeto pesado (un ropero, por ejemplo) a continuar su movimiento, una vez que este ya comenzó. En los museos de ciencia hay experimentos que ilustran esta característica, por ejemplo, sostener una rueda de bicicleta girando entre las manos y hacerla rotar 90 grados (que la rueda pase de estar vertical a horizontal)

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